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Formar sin temerse superado: El verdadero corazón del líder

𝑬𝒍 𝒑𝒓𝒐𝒃𝒍𝒆𝒎𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒐𝒄𝒐𝒔 𝒔𝒆 𝒂𝒕𝒓𝒆𝒗𝒆𝒏 𝒂 𝒏𝒐𝒎𝒃𝒓𝒂𝒓

Una de las realidades más dolorosas que he visto en el ministerio es esta: muchos líderes tienen miedo de aquellos a quienes están llamados a formar.

El temor de ser superados, de quedar atrás o de perder relevancia, ha llevado a hombres y mujeres de Dios a sabotear, frenar o herir a una generación que solo anhela cumplir el propósito de Dios.

Y no, no es algo nuevo. La Biblia ya nos había mostrado un ejemplo muy claro…

“𝑺𝒂𝒖́𝒍 𝒎𝒂𝒕𝒐́ 𝒂 𝒎𝒊𝒍 𝒚 𝑫𝒂𝒗𝒊𝒅 𝒂 𝒅𝒊𝒆𝒛 𝒎𝒊𝒍…”

Aquel cántico que surgió como celebración de una victoria, se convirtió en una herida en el corazón de un rey. Saúl no pudo soportar que David fuera celebrado más que él.

Y entonces, la envidia tomó el lugar del liderazgo, y lo que pudo haber sido una relación de mentor y discípulo, se convirtió en una guerra silenciosa.

David no fue atacado por un enemigo.

Fue atacado por el hombre que debía afirmarlo.

Mientras David servía con su música, Saúl respondía con una lanza en la mano.

𝑷𝒆𝒏𝒔𝒂𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒖𝒓𝒈𝒆𝒏 𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒓𝒂𝒔 𝒕𝒐𝒎𝒐 𝒄𝒂𝒇𝒆́

Estas son algunas verdades que han tocado mi corazón y creo que vale la pena compartirlas contigo hoy:

1. Hay una generación detrás de ti… y es más grande por diseño divino.

No es tu imaginación, Dios los diseñó así. El mundo que vivimos requiere su energía, sus ideas, su visión.

No son amenaza, son parte del plan de Dios.

2. Esa generación no viene a usurpar tu lugar.

No vienen a quitarte el trono.

Vienen a ocupar el suyo.

Y el tuyo sigue firme… si decides abrazar tu rol de formador, no de competidor.

3. Tus acciones pueden marcar o matar.

Las personas que te ven como su autoridad también son las que más profundamente pueden ser heridas por ti.

Una palabra tuya puede afirmarlos… o dejarlos tirados.

4. Puedes elegir: ¿servirlos o silenciarlos?

Ambas decisiones tienen su recompensa.

Una edifica el Reino.

La otra perpetúa el ego.

5. David nunca dejó de honrar al Rey Saúl.

Incluso cuando Saúl lo persiguió, David respetó la unción que había sobre él.

Eso también debemos enseñarlo: la nueva generación debe aprender a usar el honor como llave para reinar.

“𝑯𝒂𝒚 𝒈𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒆 𝒗𝒆𝒓 𝒄𝒓𝒆𝒄𝒆𝒓… 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒏𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒑𝒐𝒓 𝒆𝒏𝒄𝒊𝒎𝒂 𝒅𝒆 𝒆𝒍𝒍𝒐𝒔.”

Pero el verdadero liderazgo, el que nace del corazón del Padre, no teme ser superado.

Lo desea. Lo provoca. Lo celebra.

Pastor, mentor, líder espiritual:

no tengas miedo de quienes vienen detrás.

Ellos son tu legado. No tu amenaza.

Sé tú quien los empuje más lejos de lo que tú mismo llegaste.

Ese es el liderazgo que transforma.

Ese es el corazón que Dios honra.